
El caso de Cristina Martín, la niña de 14 años asesinada en Seseña, al tiempo que reabre el debate acerca de las insuficiencias de la Ley del Menor -penas mínimas para delitos gravísimos-, instala en nuestra sociedad una pesadumbre de fondo. La percepción es de que el sistema de valores sobre el que se asienta la educación de los jóvenes está fallando. O de que no sirve, porque fracasa en la formación y socialización de los nuevos ciudadanos. Cuando hablo de fallos en el sistema no hablo de la escuela, porque es en casa donde se educa; dónde se debería inculcar en la mente de los niños valores esenciales como el respeto a la vida y el rechazo a la violencia.
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