Dejó La Habana para llegar a Madrid pero no consiguió pisar tierra española. Adonis G.B., un joven de unos 23 años, cruzó el charco escondido en el tren de aterrizaje trasero de un Airbus A340-600 de Iberia, pero no pudo superar el trayecto. El habitáculo, un lugar del que muy pocos han logrado salir con vida y al que sólo se puede llegar fruto de la desesperación o de la ignorancia, fue el último rincón para los sueños de este infortunado polizón. Allí fue hallado muerto por los técnicos de Iberia después de que el vuelo regular 6620, que une la ciudad cubana con Madrid, tocara pista en la T4 de Barajas.
El avión despegó el martes sobre las 11 de la mañana —hora cubana—del aeropuerto «José Martí» sin saber todo lo que portaba en sus entrañas. La nave llegó a Madrid cerca de las dos de la tarde de ayer. El cuerpo del fallecido mostraba signos evidentes de aplastamiento en el tórax y en la cabeza. En principio, el joven podría haber muerto como consecuencia de los fuertes golpes recibidos durante un viaje, que dura más de diez horas. Pero es sólo una de las hipótesis.